viernes, 29 de mayo de 2009

EL TRIPLETE


¿Qué puede ser más emocionante que descubrir que dentro de ti existe un nuevo nivel de alegría, un nuevo registro que jamás habías experimentado?

No lo sé, de verdad no sé qué puede superar a esa sensación de descubrir algo nuevo en tu cuerpo, de RE-conocimiento de todo lo que eres capaz de sentir. Si alguien tiene alguna sugerencia de qué puede ser más emocionante que esto, bienvenida su aportación.

El TRIPLETE llegó; el Mejor Barça de la Historia apareció en el 2009.

Y junto a él, de la mano de ese equipo de ensueño que dirige el ENORME Pep Guardiola, llegaron la llamada de la corresponsal July desde Plaça Catalunya, reportando el desmadre descomunal en una hermosa ciudad que se echó a las calles con una sonrisa imborrable y vestida con su traje de gala blaugrana; llegaron las llamadas con voz feliz y entrecortada de Álvaro, de Adolfo (¡mis hermanos vivieron todo esto en carne propia!), de Fabiola, de Fabio, los mensajes al Facebook de Lulú, y de Mariana, y de Sheyra, y de Claus, y del Enano, los mensajes al celular de Diego, los mariscos compartidos con Julia y la pantalla de televisión… toda una colección de personas que la vida unió, hizo familia y que el Barça les ha permitido gritar y sufrir y reír juntos una y otra vez. Una y otra vez.



Es precisamente en este punto cuando mi cuerpo dijo: “¡Ey, alto! ¿Qué es esto, qué estás sintiendo, qué pasa, por qué esta sonrisa, por qué esta sensación en el estómago y en el pecho, dónde la teníamos…?”

El miércoles 27 de mayo de 2009 me sentí allá. Me hicieron sentir allá. Me sentí en Barcelona por un día. Me sentí en la Rúa. Me situé en Canaletes. Me sentí Tricampeón. Me sentí conectado con esta gente como pocas veces en la vida.

El TRIPLETE llegó. Cerró con fuegos artificiales dos años de sequía. Acabó con cábalas, maldiciones y pronósticos de derrotas. Desató lágrimas, risas y abrazos.

El Barça de Guardiola demostró que, cuando en esta vida se arriesga con corazón y convicción para alcanzar las cosas que queremos y creemos que valen la pena, no importa si se gana o se pierde, uno puede irse a dormir tranquilo… claro, si es con tres copas (¡Copa, Lliga i Champions!) junto a la cama, mucho, mucho, mucho, mucho mejor.


Y yo sigo acá, en Guadalajara, deseando abrazar a todos los que no abracé por culpa de la puta, pero siempre relativa distancia. Y yo sigo acá, y me siento como Judit, la buena catalana cuya microhistoria contó El País:

“Barcelona sigue sin quitarse la camiseta del Barça. Judit, tampoco. Estuvo en Roma y ayer, ya de vuelta, se quedó en casa, digiriendo las emociones y viendo la celebración por la tele. "Todavía estoy flipando. TENGO EL ALMA POR UN LADO Y EL CUERPO POR OTRO, ESPERANDO A QUE SE VUELVAN A JUNTAR", contaba desde el sofá".

No hay comentarios: