jueves, 27 de agosto de 2009

Lennon rules



Lo sé, lo sé... demasiados Beatles últimamente en este blog, pero no puedo hacer nada, y mucho menos con esta piececilla, la cual (exceptuando algunas exageraciones líricas de Lennon) se acopla perfectamente a este jueves 27 de agosto de 2009, día previo al 28 de agosto de 2009, día en el cual me alisto para partir a la Ciudad de México a recibir a... el lunes pondré todo lo (bueno) que le falta a este post.

Au revoir.

lunes, 24 de agosto de 2009

ESTA SEMANA TE VI DE LEJOS

Te vi hacia el viernes. No estabas lejos de la parada del autobús, pero creo que me equivoqué y tal vez no eras tú. Pero no pasó mucho tiempo y volví a verte, y otra vez era viernes, o por lo menos eso creía, porque de fechas y cosas de ese tipo ya no quiero saber gran cosa.

Esta vez te vi en una tienda de nieves de garrafa, comprando una de guayaba con coco, pero pensé: “No puede ser ella, no le gusta el coco”. Así que volví a desechar la idea de que te vi el viernes.

No hace más de una hora te volví a ver; estoy seguro de que te vi y estoy seguro de que en algún lado algo me señalaba que era viernes y que ahora todo coincidía: tu cabello, tu gusto por los antojitos mexicanos, una blusa azul cielo, una sonrisa que todos podían escuchar en el restaurante, desde la cajera hasta la niña que estaba al fondo tomando una fanta de naranja.


"Where do you go to my lovely... Tell me the thoughts that surround you
I want to look inside your head..."

Cuando decidí quitarme los lentes oscuros para poder enfocar como Dios manda y no tener dudas, el reflejo del sol me dejó por un momento viendo todo blanco, así que tuve que esperar unos segundos para que mi vista pudiera hacer su trabajo. Habías desaparecido entre la gente; tal vez habías pagado y te habías subido a un coche sin que me diera cuenta y me entristecí, por no haber confirmado si eras tú o no.

Pero inmediatamente me tranquilicé y dejé de maldecir al sol por haberme encandilado cuando comprobé en el pequeño calendario de una tienda a un lado del restaurante que no era viernes, que no era posible que estuvieras aquí si no era viernes.

El siguiente viernes sin duda será viernes, ya lo comprobé en muchos calendarios. Creo que te vi atravesando una puerta automática con muchas maletas encima, y creo que tenías los ojos un poco cansados por el viaje, pero nada grave.

Dime que sí eras tú la que vi el viernes, para no dejar de sonreír.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Gracias, agua



El lunes, en cuanto llegué del trabajo, se desató una espectacular tormenta, de ésas que te permiten exclamar: “¡Mira, no se ve nada del otro lado de la calle!”

Viento, agua, muchísima agua y, de pronto… ¡pum! El transformador de la esquina explotó y nos dejó a Jorge y a mí sin luz en el departamento.

Con él, uno de mis mejores amigos desde hace más de 15 años, pocas veces coincido desde que compartimos el departamento, pero el pedazo de tormenta que se desató nos regaló casi dos horas de charla y cigarros literalmente a la luz de las velas. Unas cervezas un poco más tarde y a dormir.

Se vinieron temas y temas y carcajadas y carcajadas y consejos y consejos uno tras otro, un encabronadamente buen diálogo que simplemente nos puso muy de buenas a los dos.

Es un honor poder vivir este tiempo con un amigo así. Y, como ha pasado últimamente (Liverpool lo he traído en la cabeza todo agosto), me vino a la cabeza el buen Lennon y su “In my Life”, una de esas piezas que de vez en cuando me pone los ojos húmedos, la cual dedico a un grupo de personas en este planeta que puedo contar con los dedos de UNA mano:

“There are places I'll remember
All my life though some have changed
Some forever not for better
Some have gone and some remain…

…Some are dead and some are living
In my life I've loved them all…

But of all these friends and lovers
There is no one compares with you…”


Ni siquiera sé si esas personas sepan quiénes son.
No importa, eso sólo me pertenece a mí.

lunes, 3 de agosto de 2009

Confío en mis brazos


“And a woman needs a man, like a fish needs a bicycle…”

Mi nuca, mi espalda, mis piernas y mi entrepierna dicen que hace calor, que agosto llegó con lluvia, mucho bochorno y esas tormentas nocturnas que han resultado tan terapéuticas a la hora de intentar dormir.

Qué largos se están haciendo estos días; qué difíciles los amaneceres; qué extraña mezcla de expectación y desesperación nunca antes experimentada; qué época ésta para pensar, acomodar, limpiar y sacudir la casa e intentar poner en perspectiva mil y un cosas.

Agosto de sangre nueva. En menos de una semana he abrazado a dos bebés, él y ella, los bebés de dos amigas que aprecio profundamente.

A él, de apenas una semana, lo alimenté con el biberón; a ella, de poco más de un año, la pude dormir en medio del constante ruido de un restaurante viviendo su pleno desayuno dominical.

A ambos les puse los brazos alrededor y, más allá de cualquier sentimiento paternal que pudiera estarse asomando, me regalaron una experiencia inesperadamente intensa que me ha marcado profundamente durante este final de vacaciones veraniegas.

Hay aún muchos huecos en mi vida. Algunos identificados, otros no. Hay algunas ausencias que me duelen, y mucho. Hay algunas presencias que me nutren, y mucho. Hay muchas otras que desgastan, y que agradezco, porque siento que me permiten renovar el tanque con combustible fresco y de mejor octanaje.

Me explico: soy un tipo preocupado por el medio ambiente que no quiere convertirse en un emisor contaminante que ande por ahí lanzando toda clase de gases o sentimientos mal afinados que dañen a quienes me rodean. No quiero.

Y no sé por qué, pero esos bebés me hicieron sentir que puedo.

Rodear al mundo con los brazos…, siempre me gustó esa idea ("Tryin' to throw your arms around the world" es de las que me permite respetar a U2).

Rodear a quien amas con los brazos…, si le metes honestidad y tienes algo de suerte, la sensación bien puede ser la misma.



Marce, el pequeño Jorge, quien esto suscribe y Ricardo.