domingo, 3 de febrero de 2008

MUY



Es un hecho: me gusta dar clases. Será la genética, será que me gusta cuando me preguntan cosas que puedo responder, será que me gusta cuando dos personas (en este caso dos estudiantes) debaten con inteligencia sobre un tema que les propongo, será el sereno, pero es muy sabroso pararse frente a un puñado de adolescentes y hablar de periodismo, cultura, fobias, gustos, televisión, libros, cine, Guadalajara, Barcelona, las relaciones personales, el fútbol, el futuro, el sabor del café y lo que venga en este cuatrimestre.

Debo reconocer que me da una hueva impresionante todo el proceso de planeación y burocratismos paralelos que tienen que ver con criterios de evaluación y entrega de interminables formas en las que debes especificar, casi hora por hora, lo que le vas a enseñar a los “muchachos” (término poco agraciado utilizado por más de un directivo y a veces hasta por mis padres).

"No me digan profe", les pido yo, y me pelan. Digo, es que no es divertido eso de que te griten “profe” por los pasillos y como por arte de magia te echen encima un par de patas de gallo más de las que ya ostentas con resignación. Acceden a llamarme por mi nombre (las gracias les doy) y seguimos con las clases, que para eso pagan, y no pagan tan mal pues.

Quién sabe a quién le pueda interesar lo siguiente, pero, y a pesar de la escandalosa cantidad de autos con la que me he topado, me gusta el ritmo de la ciudad, me gusta que haya habido un “No al Placazo”, me gusta que los medios estén en franca crisis (habrá chamba), y no veo nada de malo en que, poco a poco, haya más cafecitos y restaurancitos dignos de ser visitados.

La gente…, bueno, la gente ahí está, en sus cosas, tratando de sacar sus vidas adelante, de divertirse, de encontrarse, de reinventarse. He visto, sentido y escuchado de todo, y todo está, por lo menos en el círculo que más quiero, lleno de vida, de proyectos y de rostros en los que no es difícil encontrar una sonrisa.

¿Becas? Ni me acuerdo. ¿Mi hermano? Lo extraño como loco, como nunca lo había extrañado…, le acaban de dar una beca y no soy capaz de describir lo feliz que me siento. ¿Barcelona? Bien, aunque parece que en el punto de mira de algunos “paquis” terroristas. ¿Mi familia allá? La tengo algo descuidada, lo sé, y la extraño muchísimo, aunque debo decirle, si de algo sirve, que he andado en chinga, que a’i la llevo y que estoy muy feliz acá. Muy. Muy feliz.
Hasta al MSNGR quiero otra vez.

El Iteso me ha dicho que sí, que les puedo editar sus revistas y que me van a pagar por ello. Sheyra viene a Guadalajara en abril y, si el de Arriba me sigue echando tanto la mano como hasta ahora, la recibiré en depa nuevo.

En lo que será Mi casa.


PD. Vuelvo a poner musiquita. Otra voz para dejarse llevar y tener una razón (una más…, estos días he recibido lo que jamás soñé recibir) para levantarse contento. Es Dawn Landes y es "Suspicion", pero igual busquen "Twilight" ¡o la versión de "Young Folks" de Peter Bjorn and John! o la que quieran, buenísima!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un abrazo enorme desde el chico chango!!!!! Se te extraña...y mucho!!!!