martes, 22 de enero de 2008

El mundo es un buen lugar para vivir

He visto a la Generosidad a la cara. Ha sido reconfortante. Ha sido emocionante.

Una persona es capaz de cambiar al mundo, dicen, y más vale creerlo, sobre todo cuando encuentras a alguien que es capaz de escuchar incluso a aquellos que no han hecho ningún mérito para ser escuchados. Un acto así, ocurra donde ocurra, ocurra en la época, hora y lugar que sea, dignifica a la tan denostada raza humana.
¡Chingado, que la bondad existe!

Si una sola persona escucha -aunque todos los días nos topemos con ejemplos que contradicen esta teoría-, creo que el mundo, muy en el fondo, persona tras persona, puede ser capaz de escuchar, de hacer a un lado la desconfianza y el rencor (no renunciar, sólo hacer a un lado) y darle así una oportunidad al diálogo. Si una sola persona hace esto, ni este desquiciado país ni todos los que lo rodean aquí o en otro continente están tan jodidos como aparentan.

Como era de suponer, la cara de la Generosidad es una cara radiante, inspiradora, bella en extremo…, pero sobre todo, es una cara que te interpela y, por su propia naturaleza, te pone el listón muy alto.

Si has visto a la generosidad a la cara, es decir, si la generosidad te permitió hacerlo, no hay marcha atrás: Le debes a ese mundo del que hablaba y a todas las personas que deambulan por él un esfuerzo diario y honesto que te impida dañar, engañar, romper, herir, joder al de al lado…

Aplíquese esta idea a CUALQUIER faceta de la vida y los resultados tienen que ser, por huevos, benéficos para (algunos la llaman así) el Alma de todos aquellos que comparten contigo estos años que te han tocado vivir dentro de la infinita línea del tiempo.

1 comentario:

El Corazón de Chiara dijo...

Quiero un reporte detallado con los pormenores de ese encuentro con "la Génerosidad"... jeje...
Un abrazooooooteeeeee!!