Domingo, domenica, diumenge, sunday, sonntag...

¿Recuerdan uno (o varios) de esos días que, pase lo que pase, saben de antemano que quedarán grabados en la cabeza?

Mañana domingo es uno de ésos para mí: mi mamá cumplirá años -no digo cuántos porque ése es únicamente asunto de ella- y de regalo yo comienzo mi mudanza.

Ojo, no es lo que parece, porque también le compramos una blusa muy a su estilo, envueltita en una bolsa de hombro que seguro le gustará, pero es del otro "regalo", mi mudanza, del que habla todo el rato.

Y no con tristeza ni mucho menos; prefiere a ojos cerrados que si quiero vivir solo lo haga en Guadalajara y no en Barcelona. Me ha apoyado (como siempre) en todo, y no se cansa de aclararme que mientras me vea feliz y con ganas de hacer las cosas ella también estará feliz, sin importar que no vivamos bajo el mismo techo.

Extraña a Álvaro, pero dice no sentirse lejos de él en lo absoluto; lo pasa muy bien con Adolfo y lleva de maravilla su jubilación. Sé que es un lugar común, pero me vale madre: No sé que habría hecho sin sus consejos y su paciencia en tantos y tantos momentos de mi vida, incluido el actual.

Si hubo alguien que fue metiéndome a Barcelona en el cuerpo fue ella, sin darse cuenta, simplemente con hablar y hablar de Joan Manuel Serrat (gran culé que no se ha descarriado, a quien alguna vez le pude hacer dos preguntas, le escuché cantar el Himno del Barça en el Camp Nou y con quien mi madre se hubiera casado de haber sabido parlar català en el Teatro Degollado allá por los 70 o de no haber conocido a mi jefe, jeje), así que el video está más que justificado: Mediterráneo, donde tantas sonrisas y recuerdos imborrables dejé.

¿Cursi?, pos sí, pero así hay días.

Ella no lee blogs (ni siquiera sabe prender la computadora), así que probablemente nunca leerá que aquí le escribí: Feliz Cumpleaños Má!