martes, 23 de junio de 2009

Dame las palabras



¿Cuándo callar? ¿Cuándo hablar? ¿Cuándo desbocarse? ¿Cuándo contenerse? ¿Cuándo el silencio es un placer y cuándo es una tortura?

Aaah!!! Precisamente para eso sirve estar solo (es bueno recordarlo) para medio responderse estas preguntas, aunque uno no quede necesariamente conforme con las respuestas, pero eso ya es otro asunto.

Con mis cumpleaños suelen llegar a la par largas horas de reflexión y contemplación acerca de dónde estoy parado, en qué creo, en quién creo, qué quiero, qué no quiero, por qué tengo la nariz que tengo, por qué me gusta la carne y no las calabacitas o por qué a veces me cuesta tanto decir lo que tan fácil me sale a la hora de escribir.

Y así cada año, con resultados bastante irregulares, pasan las preguntas por mis días pre y post cumpleañeros. Según mis modestos cálculos, con que me quede con una decente respuesta cada 12 meses es más que suficiente.

Estos días me trae de buenas Ibargüengoitia. El cabroncete es, por mucho, de lo mejor que se ha dado en las macetas mexicanas de la literatura. Y para no variar, cuando uno anda en cierto estado de ánimo quién sabe qué extrañas energías lo van guiando a uno, porque me topé con In a manner of speaking de Nouvelle Vague, que dice más o menos así:

“Give me the words that tell me nothing… give me the words that tell me everything… I just want to say, that just like you, I should find a way… to tell you everything, by saying nothing”.

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