domingo, 4 de marzo de 2007

De bajadita

Ya sabemos que uno no decide dónde nace, pero sí dónde quiere morir, o por lo menos es un derecho que deberían de tener todos los individuos en este planeta, todos, aunque cada que abro el periódico me doy cuenta que este derecho es arrebatado una y otra vez en países de la A a la Z.

Yo aún no lo decido. Lo que sí es verdad es que viniendo de bajadita esta noche desde el barrio de Gràcia hasta mi morada eixamplera, mi MP3, colocado obviamente en Random (lo que caiga es bueno) me puso en los oídos "Mediterráneo" de Serrat, y sí, me dio emoción escucharla viendo a la ciudad con semejante soundtrack de fondo.

Adoro la sensación de ir sin esfuerzo bajando por las calles sobre las dos ruedas de mi bicicleta, es, cómo decirlo, un traslado sin esfuerzo, como pocos a los que tenemos acceso los seres humanos, creo yo, o como los que por decreto deberíamos de tener, otra vez, todos.

Las pendientes tomadas así, de bajadita en bicicleta, libres, a tu aire, sólo te piden una cosa a cambio: equilibrio. ¿Ven por dónde va la analogía, la metáfora, eh? Quiero pensar que más que esfuerzos cargados de sentimientos de bienestar que tienen qué ver más con las ideas catolicistas más rancias referentes a la ganancia a través del dolor están pasados de moda, o por lo menos en discreta retirada.

Respecto al equilibrio, ahora hay poco dentro de quien esto escribe, por si hacía falta la aclaración; demasiadas rutas en qué pensar y nula confianza en la brújula integrada desde la fábrica.

Somos más hedonistas, cómo no, y más dados a la búsqueda de placeres rápidos, inmediatos, no culposos, de fácil digestión, y de esto dan cuenta encuestas, suscripciones a la alza a sistemas de TV de pago, ventas descomunales de consolas a lo Playstation,el buen Youtube, el incremento de los divorcios, sociólogos, científicos, ecologistas, cajeras, vendedores de lotería, en fin.

Y qué le vamos a hacer, cómo nos atreveríamos a juzgar a una persona que opte por esta vía, ¿cómo vamos a tomarnos el tiempo de fijarnos en los caprichos del de al lado?, ¿con qué cara cualquiera de nosotros puede erigirse en juez, fiscal o predicador cuando frente a nuestras narices, todas las narices de la tierra, la aplastante realidad que veo cada día en las noticias y en la misma esquina de mi departamento sólo habla de límites, esperanzas o expectativas borradas, dinamitadas hace décadas?

Todo está permitido: una guerra, reality con Paris, un país sin presidente, una vajilla china de 5 euros, y, en poco tiempo, "robots que sabrán reconocer las emociones humanas e interactuar con ellas", verídico, leído en El País..., como entre nosotros no pudimos, alguien tiene que hacerlo, y si a la hora de estar en desacuerdo con ese alguien, (¿algo?) no estamos de acuerdo, no hay que dejarlo, serle infiel, matarlo o hacerle cambiar de opinión, sólo hay que apagarlo.

Las reglas cambiaron y nadie hizo nada por evitarlo, así que a jugar con ellas.

Ya no seguiré por aquí, hoy no puedo.

Nota al pie: Lo pongo por escrito. Confío en que el martes estaré de buenas por la noche-noche. Esperemos que Liverpool caiga y los "mediterráneos" se impongan a los "shelovesyousyeyeye!"











Los robots de porvenir sabrán reconocer las emociones humanas e interactuar con ellas.

1 comentario:

mariana m* dijo...

Ok. Enriqueja: Oficialmente te bautizo como "El mamón de la pistola". Tu imagen de "bajadita en bicicleta" me llevó única y directamente a aquella escena de Un Ángel Enamorado en la que Meg Ryan va en su baika con los ojos cerrados y los brazos extendidos. Je. Lo siento. Pero me dio mucha risa. Jajajajajajajajajajajajajajajajaja.
Todavía no puedo parar y sí, ya sé, debería estar dándote ánimos: perdió tu sacrosanto Barça. Mi más sentido pésame. Besitos, chau!