viernes, 4 de septiembre de 2009

Ritmo y más ritmo en el mes de la patria



Estos de Röyksopp vienen a Guadalajara, al Sonofilia, y es éste el ritmo que le quiero imprimir a mi nuevo texto, surgido en pleno septiembre de 2009, a ver si me sale:

El primer post que escribo después de que el ritmo de mi vida cambiara por completo se había retrasado días y días, pero por la mejor razón que se me podría ocurrir: la Fernández (July para los cercanos) ya aterrizó en México con el ritmo cardíaco de un oso en su etapa prehibernatoria (je, ¿a que sí?) y en resumidas cuentas había ocupado el 97.5% de mi concentración, algo que incluso cotejé con un aparato que tengo en la oficina y que no le presto a nadie.

Estaba yo hablando del ritmo. Decía que el mío cambió radicalmente y desde este blog lanzo una plegaria para que mis ritmos (repetiré esta palabra todas las veces que sea necesario) de vida experimenten movidas de este calibre una y otra vez, porque son los que hacen que valga la pena.

Tiempos, ritmos, timing, personas, afectos, amores, decepciones, bilis en el trabajo, amigos, proyectos... lo veo todo como una nube que se hace y se deshace continuamente, que adquiere formas caprichosas día con día, que desata tormentas esplendorosas y lloviznas tranquilizadoras, que produce el líquido necesario que logra regenerar todo aquello que se encuentra a su paso y lo refresca, le inyecta nueva vida y le permite a los ojos que cíclicamente se empañen y se limpien y así sean capaces de ver nuevas cosas.

Al darle la bienvenida a ella, le doy la bienvenida a un nuevo libro que ansío escribir ya (al más puro estilo bíblico) en el cual están presentes mis flamantes clases de alemán (a'i te vamos Berlín), interminables desayunos con chilaquiles, fruta y café con coffe mate (así se escribe?), una nueva temporada Blaugrana, la primera victoria de los Pumas, los anhelos de mi carnal allende el charco, la presencia y buena salud de mis padres, los dos o tres proyectos universitariotrasatlánticos que traigo bajo el brazo que si cuajan me cago y (pausa) una certeza que me encanta:
Nada tengo hecho, todo está por construirse.

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