viernes, 5 de diciembre de 2008

Y la FIL Va


-Mira esta nota, dijo mi hermano.
-Ya, ya la había leído, gracias, está poca madre... (de verdad está poca madre).
-No, mira la foto bien...
-Aaaaaaaaaaaah, ¡¡¡no mames, sale mi papá!!!

Allí arriba de la foto, casi al centro, de camisa roja con rayas blancas y con cara de asombro, está mi papá. A su izquierda está mi mamá, aunque ni se ve. A éstos dos les debemos los tres González Ramírez (Adolfo, Álvaro y acá) que la FIL -nuestra Feria Internacional del Libro en Guadalajara- nos guste tanto, nos mueva tanto, nos haga reír y a veces encabronar tanto. Y es que la queremos mucho pues.

Ah, por cierto, abajo, como personaje "secundario", jeje, está António Lobo Antunes, el canoso, el homenajeado, un escritor portugués al que hay que leer. Maravilloso.

Nunca he faltado a la FIL gracias a mis padres, a que nos llevaron desde su primera edición. Aquellos tiempos con el Adolfo en carriola cuando llegábamos a una Expo Guadalajara mal iluminada, con poquísimos stands, pero ya con el sabor que aún distingue a la feria: repleta de libros que nunca había visto, de admirados escritores paseando por los pasillos como si nada, de mucha Mafalda, mucha novela desconocida y muchas sorpresas cada año. ¿La primera?: ¡Asterix!

Recuerdo perfectamente cuando Álvaro y yo empezamos a hojear los (a mis 10 años me parecían enooormes) libros que contenían esos dibujitos en los que un enano y rubio galo le ponía una larga serie de putazos a los romanos gracias a que se megadrogaba con la poción mágica que amablemente le preparaba su dealer Panoramix… perdón, su druida Panoramix.

Había normandos, había bretones, había belgas, había un chingo de galos, había un bardo, había Beatles, había egipcios, había helvéticos… y uno se cagaba de la risa todo el tiempo (lo sigo haciendo) con las pendejadas del jefe Abraracurcix, las madrizas campales entre Esautomatix y Ordenalfabetix por culpa de los pescados podridos, con el “tururú” de Campodetenis (Ver Asterix Legionario), las pedas de Obelix, sus mariconadas de no hablarle a Fabala, el “¡Ferpectamente!” o las grandes cenas finales. Todos son pasajes sencillamente magistrales.

Esto y una enorme montaña de recuerdos le debo a la FIL. Unos muy dulces, otros muy emocionantes –las risotas con Ponchito, los saludos de mano y los libros firmados de Saramago, Vila-Matas, Fuentes, Quino y Rius, los periódicos y libros regalados– y otros francamente muy amargos.

Pero pues… eso, una experiencia tan vital como lo es esta Feria del Libro, en la que he pasado tantas horas de mi vida, debía tener, por huevos, todos estos registros emocionales.

Recuerdo que no cabía de orgullo cuando, en el 2000, gracias a Mural, me acredité por primera vez para ¡trabajar en la FIL! ¡Un groupie trabajando en la FIL!
Cuando aquel año me topaba con alguien (qué mamón, lo acepto) me encantaba el diálogo:

-Hola, ¿qué haces por acá?
-Pues... estoy reporteando la FIL y voy a entrevistar a Nombredegranescritor (con mi subsecuente cara de "jojojo, estoy bien cabrón"). Era un jovenzuelo.


Homenaje a la Italia, aunque no se lo merezca este año...

Grandota, caótica, con una Italia que nos hizo el feo (no vino ningún peso pesado), tumultuosa, llena de edecanes de muy distinta “clase”, bienquerida, entrañable, siempre esperada con ansias. Y la FIL Va.

1 comentario:

JULY dijo...

Recuerdos de la FIL:
- en 1992 participé en un recital de flauta... ¡¡¡en la FIL!!! en una parte donde era estacionamiento y ahora hay cafetería y baños.
- en 1997, 2 amigas y yo perseguimos a Don Gabo después de una conferencia donde se presentó para que nos autografiará nuestros 100 años de soledad.. no lo logramos.
- en 1999, José Emilio Pacheco me felicitó por haber forrado mi libro de "Las Batallas en el Desierto" y me dijo que ojalá todos hicieran lo mismo para cuidar sus libros.
- ese mismo año o el siguiente, José Saramago me autografió mi libro de Ensayo sobre la Ceguera.
- no fui a la FIL de 2005... ni a la de 2006, 2007 ni 2008...
- Ferpecto!